Aunque soy latina y mexicana, no celebro el “Mes de la Herencia Hispana,”, Hispanic Heritage Month. A través de su materialización en Harvard, el mes de septiembre—lleno de eventos y celebraciones culturales—fomenta la reflexión de estudiantes latinos sobre la interacción entre raza, cultura e identidad lingüística. Para mí, la atribución de un mes de celebración de la ‘Cultura Hispana’ se siente más como un violento recuerdo de la colonización española de las Américas y, al mismo tiempo, una recolonización de los días de la independencia latinoamericana que se solapan con ella.
Hasta el título impone problemas graves. El término “hispano” técnicamente hace referencia a España, o a los países hispanohablantes, ignorando las diferencias culturales y étnicas solo por el hecho de compartir una lengua. En consecuencia, el término “Mes de la Herencia Hispana” excluye a millones de latinoamericanos que no hablan español, en particular a las poblaciones indígenas concentradas en torno a Centroamérica. A pesar de la supresión de las lenguas indígenas durante cientos de años, todavía se hablan 560 lenguas indígenas en América Latina; el quechua, una de las lenguas más conocidas en la región, es hablada por 8,5 millones de personas como lengua materna. “Hispano”—un término que perpetúa el colonialismo europeo en Centroamérica y Sudamérica—intenta agrupar en un solo término dos regiones muy distintas y las innumerables identidades culturales, lingüísticas y étnicas que las componen.
La palabra “Latino” reconoce mejor las raíces geográficas y culturales de las personas de esta región. Juan Venancio ’24, presidente de la Asociación de Harvard para el Cultivo de la Democracia Interamericana (HACIA), compartió su percepción de la diferencia entre “latino” e “hispano.” “Yo defino ser Latino como alguien que viene de la región, no necesariamente que sea hispanohablante, pero obviamente nuestra identidad es muy complicada.”
Venancio se siente más latino que hispano. “La literatura académica dice que el término ‘hispano’ viene del gobierno americano de 1960, mientras que alguien podría argumentar que ‘latino’ vino de la comunidad Latinoamericana—que después de varias revoluciones y rebeliones, batallaron nuestros antecedentes para buscar y encontrar esta identidad.”
El Mes de la Herencia Hispana se estableció por primera vez en la década de 1960, cuando el Presidente Lyndon Johnson, en homenaje a los hispanoamericanos, declaró la Semana de la Herencia Hispana a partir del 15 de septiembre. En 1987, el representante Esteban Torres, de California, presentó el proyecto de ley H.R. 3182, para convertirlo en el Mes de la Herencia Hispana, y fue promulgado como ley por el Presidente Ronald Reagan en 1988. Es una fiesta nacional, inventada y celebrada dentro de los límites de Estados Unidos.
Sin embargo, el periodo de su duración, del 15 de septiembre al 15 de octubre, no refleja un mes que sea cultural, política o socialmente significativo para los “hispanos” o “hispanoamericanos”—la propia comunidad a la que pretende reconocer. La Biblioteca del Congreso de Estados Unidos (USLC) afirma que el primer día del Mes de la Hispanidad es “el aniversario de la independencia de los países latinoamericanos Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Además, México y Chile celebran sus días de independencia el 16 y el 18 de septiembre, respectivamente”. Pero esto no rinde homenaje a estos países; en realidad conmemora el poder colonial estadounidense y quita significado a un día sagrado de celebración.
El inicio del Hispanic Heritage Month se asemeja más a la conmemoración estadounidense del Cinco de Mayo—momentos únicos y cruciales de la historia latinoamericana que se convierten en oportunidades para que los estadounidenses celebren ignorantemente la cultura “hispana”. Por ejemplo, los mexicanos no celebramos nuestra independencia el cinco de mayo (una fecha que en realidad marca el triunfo mexicano sobre Francia en la Batalla de Puebla), pero sí la noche del 15 de septiembre y durante todo el 16 de septiembre, nuestro verdadero Día de la Independencia. La verdadera historia, cultura y trascendencia de la lucha latinoamericana y su independencia de España no se reconocen correctamente en Estados Unidos; más bien quedan ahogadas por el inicio del Mes de la Herencia Hispana y eclipsadas por fiestas estadounidenses como el Cinco de Mayo.
El carácter excluyente del Mes de la Hispanidad es especialmente significativo en las comunidades latinas, ya que la discriminación lingüística es un problema importante y generalizado en América Latina. El énfasis en lo “hispano” es culturalmente eurocéntrico y perpetúa los casos existentes de discriminación lingüística que contribuyen a los problemas de bienestar en toda América Latina.
“My identity has really confused me for the past 22 years. I don’t feel Mexican or Spanish, but rather like a strange mix of a third category,” said Ines de la Morena ’24, who grew up in Mexico City with Spanish parents.“I grew up with Spanish traditions, food—my friends would make fun of my vocabulary—but then when I go to Spain, everyone tells me I’m very Mexican.”
“Mi identidad me ha confundido mucho desde hace 22 años. No me siento ni mexicana ni española, más bien como una extraña mezcla de una tercera categoría,” dijo Ines de la Morena ’24, que creció en la Ciudad de México con padres españoles. “Crecí con tradiciones españolas—mis amigos se burlaban de las palabras que usaba—pero cuando iba a España, todo el mundo me decía que sonaba muy mexicana.”
“Ideológicamente y culturalmente definitivamente me siento más mexicana, pero es porque ahí crecí y nací,” dijo de la Morena.
“Siento que Harvard es un campus con muchísimas oportunidades, y a veces es difícil saber cual es un buen fit.” De la Morena continuó, explicando cómo Harvard le ha dado un lugar a donde pertenecer. “Pero lo bueno de HOLA, HACIA, y cualquier otra comunidad de hispanohablantes es que si eres Latinoamericano, sabes que es un buen fit. Y que siempre te la vas a pasar bien y vas a conocer a gente muy interesante. Las oportunidades en Harvard son mucho de exploración de identidad, pero esos grupos culturales quedan como un ancla.”
En Harvard, las circunstancias que caracterizan a “hispano” como un término excluyente o incluyente son totalmente diferentes, porque Harvard es un espacio donde la comunidad latina representa una minoría. El tema del español como lengua está constantemente presente en mi mente. En Harvard, la celebración de la lengua española es una puerta de entrada a la hermosa cultura, a la unión, a la cercanía, a la informalidad, a la familia, a la música, al baile. Es una diferencia marcada y refrescante en comparación con un inglés denso y pesado, con la estéril charla de clase, con el lenguaje formal de Harvard.
En un lugar tan extraño y aterrador como Harvard, hablar español ha sido el mayor pedazo de mi hogar que puedo llevar conmigo en todo momento. Nunca se puede perder y nunca me lo pueden quitar. Tal vez por eso las personas que comparten una lengua tienden a agruparse: nuestra lengua es un vehículo para promover una cultura compartida y establecer un sentido de pertenencia. Como dice Venancio, “Entre los Latinos, nos entendemos simplemente por esa cultura compartida.”
De alguna manera, los que tenemos fuertes lazos con esta lengua encontramos formas de hablar más en español que en inglés a lo largo del día, no para excluir a los demás, sino para llevar nuestros hogares a Harvard. Vivo en una suite de hispanohablantes, por lo que tengo la suerte de despertarme con el español y dormirme con él. Al fin y al cabo, formar parte de una comunidad hispana es la parte más increíble de Harvard.
Abril Rodriguez Diaz ʼ26 (abrilrodriguezdiaz@college.harvard.edu) sigue orgullosamente celebrando El Día de la Independencia de su país, que cayó el 16 de Septiembre.